Crítica de "Nadie quiere la noche", dirigida por Isabel Coixet.


ARTÍCULO POR CRISTINA HERNÁNDEZ

EL SALVAJISMO DE LA CIVILIZACIÓN

Título: Nadie quiere la noche (Nobody wants the night). Director: Isabel Coixet. Reparto: Juliette Binoche (Josephine), Rinko Kikuchi (Allaka), Gabriel Byrne (Bram). Guion: Miguel Barros. Producción: Andrés Santana y Jaume Roures. Música: Lucas Vidal. Fotografía: Jean Claude Larrieu.  Distribuidora: Filmax. Estreno en España: 27/11/2015. Puntuación: 4/5.

Sinopsis: Josephine Peary es una mujer que quiere reunirse con su marido, el explorador Robert Peary, y compartir con él el instante de gloria de descubrir el Polo Norte. La película narra el viaje temerario y épico de esta mujer por el más inhóspito de los lugares del mundo, sus aventuras y su encuentro con una mujer inuit, Allaka, que va a cambiar sus rígidas ideas sobre el mundo y su vida para siempre.


Un paisaje tan bello como gélido, unas protagonistas tan impresionantes como viscerales y un retrato tan íntimo como impactante enmarca "Nadie quiere la noche", la nueva película de Isabel Coixet, una historia ficcionizada basada en personajes reales. 

Presuponiéndose una historia acerca de un viaje épico, Coixet aborda el guion de Miguel Barros bajo esa mirada tan intimista con la que se identifica su cine. La nueva y última expedición llevaba a cabo por el Señor Peary y sus hombres al Polo Norte se queda en excusa para enfatizar este retrato, bello y crudo, de sus dos mujeres, "obligadas" a permanecer unidas ante las extremas circunstancias que el invierno les hará vivir.  En "Nadie quiere la noche", cinta rodada en Finse, Sofía y Tenerife, escenarios que simulan con absoluto realismo el Ártico, y que configuran una fotografía de una belleza extraordinaria, la cineasta catalana gesta una historia de amor, de un amor tan puro como la nieve que reina este punto alto donde la adversa climatología convierte la inmensidad de su paisaje en un temor profundo y vacío cuando cae una noche de seis meses. 

Groenlandia, 1908. Josephine Peary, interpretada por una entregada Juliette Binoche, se pone la nieve por montera con tal de reunirse con su marido, el explorador Robert Peary, y compartir con él el instante de gloria de descubrir el Polo Norte. Este viaje, absolutamente temerario e inconsciente, es el vector que guía esta travesía por este inhóspito y gélido lugar. Aventuras, dolor y supervivencia desfilan por el grueso de la cinta, en el que el encuentro con Allaka, una mujer inuit a la que da vida una estupenda Rinko Kikuchi, le hará cambiar sus rígidas ideas sobre el mundo. Cuando no queda más que oscuridad ambas lucharán por sobrevivir y por amar, una necesidad que mueve una trama que invita a reflexionar sobre el salvajismo de la civilización, sobre la desbastada incultura. 





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