UN EXTRAORDINARIO JUEGO ILUSORIO
"Marat/Sade", título simplificado de la obra de Peter Weiss, es un absoluta brillantez. Una adaptación dirigida por Ricardo Iniesta que Cía Atalaya estrenó en el festival de teatro Clásicos en Alcalá. | Por Cristina Hernández.
"Al señor de Sade quiero agradecer, el teatro que hoy vamos a ver". Así arranca la IMPRESIONANTE propuesta “Marat/Sade” que firma Cía Atalaya. La grandiosidad de este texto de Peter Weiss, de esta difícil pieza metateatral, cuyo título original es “Persecución y asesinato de Jean Paul Marat, representado por el grupo de actores del Hospicio de Charenton bajo la dirección del Señor de Sade”, es uno de los títulos referenciales del teatro europeo del siglo XX, un escrito de 1964 que aborda los años posteriores a la Revolución Francesa, pero cuyo lenguaje y percepción resulta de una extraordinaria actualidad.
El estreno en España, en 1968, bajo la dirección de Marsillach supuso uno de los mayores acontecimientos de la historia del teatro en nuestro país. Representado por el CDN en otras dos ocasiones en décadas pasadas, la situación política y social le ha vuelto a imprimir una vigencia absoluta. En esta ocasión, Cía Atalaya estrenaba en la última edición de Clásicos en Alcalá una nueva versión de esta asombrosa pieza, un montaje soberbio cuya ejecución implica al público a formar parte de su atmósfera inquietante, turbia y burlona, testigos directos de la lucha dialéctica entre el individualismo y lo colectivo, entre la violencia y la sumisión, entre la honestidad y la corrupción que planeta el dilema de esta obra, de este teatro dentro del teatro, de este vodevil encortinado que ejecutan los internos de un psiquiátrico donde Sade está recluido, con la excepción de quien encarna a la autoridad, el prefecto Coulmier.
"Me cago en todos los idealismos. Yo solo creo en mí mismo"
Marat fue uno de los ideólogos de la revolución; autor, entre otros, de la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano", representaba el ala izquierda. El Marqués de Sade, uno de los personajes más controvertidos de la historia contemporánea, daría origen a términos como "sadismo" o "sado"; confinado durante buena parte de su vida, escribió, entre otras obras, Los 120 días de Sodoma.
A través de Marat, de su asesina Carlota Corday, de Sade, de Coulmier y del cura revolucionario libertario Jacques Roux, se presentan las diferentes posiciones ante la revolución - "Una revolución es una guerra de realidad"- , mientras el pueblo es encarnado por el coro de enfermos y por el grupo de cómicos cantores que, junto al presentador, confieren al montaje un carácter cercano al musical, elemento entonado en directo y de esencial papel en el montaje. Tratar la locura a través del arte y del teatro, reflexionar sobre si ser amigo del pueblo o enemigo de la libertad, el saqueo de la aristocracia, el valor desmedido que se le ha dado a la muerte - "Matar es un hecho natural. El hombre mata por pasión", apunta Sade- la aberración del patriotismo, los nuevos ricos, los ciudadanos de una nueva era... Por este "Marat/Sade", que dirige Ricardo Iniesta, desfilan planteamientos de una gran actualidad que convierte este discurso en un ejemplo más de la atemporalidad de los textos clásicos, del carácter cíclico de la historia, de la elocuente postura de los autores del siglo de oro.
Un brillante espectáculo sensorial que hace uso del lenguaje brechtiano y dota al montaje de un gran componente emocional proyectado sobre los espectadores, personajes que hacen funcional la cuarta pared, que configuran esa dimensión de metateatralidad que Peter Weiss establece para esta impresionante producción que desprende grandiosidad artística en toda su ejecución. Gran trabajo del director y elenco de Cía Atalaya, que consiguen un resultado impresionante, una experiencia que involucra a todos los sentidos a través de una soberbia puesta en escena desarrollada en una atmósfera impregnada de la locura, paranoia, trance y alocada comicidad de su ingenioso texto, de una sorprendente musicalidad en directo, de un baile de cuerpos entre telares, entre cortinas, que lleva a la máxima expresión el uso del cuerpo en un juego de luces y sombras que se remarca con el vestuario y el maquillaje, que impresiona y magnifica las interpretaciones de esta coral de juglares que parecen sacados de una película de Tim Burton.
El señor de Sade va marcando los actos: contextualiza la historia, presenta a Marat y las sucesivas intentonas de asesinato hasta que fue logrado. Un ensayo con público en el que el excéntrico marqués reza un irreverente padrenuestro del infierno que aborda los inescrutables que son el cielo y la tierra, en el que el último discurso de Marat cuestiona el camino al que lleva la revolución, en el que el pueblo agradece a su emperador el "buen" presente que viven. La locura se desata. Y después se hace el silencio. Atravesando la cuarta pared, desfilando y mirando a los ojos al público que ha sido testigo de esta ejecución, concluye este extraordinario juego ilusorio.
A través de Marat, de su asesina Carlota Corday, de Sade, de Coulmier y del cura revolucionario libertario Jacques Roux, se presentan las diferentes posiciones ante la revolución - "Una revolución es una guerra de realidad"- , mientras el pueblo es encarnado por el coro de enfermos y por el grupo de cómicos cantores que, junto al presentador, confieren al montaje un carácter cercano al musical, elemento entonado en directo y de esencial papel en el montaje. Tratar la locura a través del arte y del teatro, reflexionar sobre si ser amigo del pueblo o enemigo de la libertad, el saqueo de la aristocracia, el valor desmedido que se le ha dado a la muerte - "Matar es un hecho natural. El hombre mata por pasión", apunta Sade- la aberración del patriotismo, los nuevos ricos, los ciudadanos de una nueva era... Por este "Marat/Sade", que dirige Ricardo Iniesta, desfilan planteamientos de una gran actualidad que convierte este discurso en un ejemplo más de la atemporalidad de los textos clásicos, del carácter cíclico de la historia, de la elocuente postura de los autores del siglo de oro.
Un brillante espectáculo sensorial que hace uso del lenguaje brechtiano y dota al montaje de un gran componente emocional proyectado sobre los espectadores, personajes que hacen funcional la cuarta pared, que configuran esa dimensión de metateatralidad que Peter Weiss establece para esta impresionante producción que desprende grandiosidad artística en toda su ejecución. Gran trabajo del director y elenco de Cía Atalaya, que consiguen un resultado impresionante, una experiencia que involucra a todos los sentidos a través de una soberbia puesta en escena desarrollada en una atmósfera impregnada de la locura, paranoia, trance y alocada comicidad de su ingenioso texto, de una sorprendente musicalidad en directo, de un baile de cuerpos entre telares, entre cortinas, que lleva a la máxima expresión el uso del cuerpo en un juego de luces y sombras que se remarca con el vestuario y el maquillaje, que impresiona y magnifica las interpretaciones de esta coral de juglares que parecen sacados de una película de Tim Burton.
El señor de Sade va marcando los actos: contextualiza la historia, presenta a Marat y las sucesivas intentonas de asesinato hasta que fue logrado. Un ensayo con público en el que el excéntrico marqués reza un irreverente padrenuestro del infierno que aborda los inescrutables que son el cielo y la tierra, en el que el último discurso de Marat cuestiona el camino al que lleva la revolución, en el que el pueblo agradece a su emperador el "buen" presente que viven. La locura se desata. Y después se hace el silencio. Atravesando la cuarta pared, desfilando y mirando a los ojos al público que ha sido testigo de esta ejecución, concluye este extraordinario juego ilusorio.
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